22 abr 2013

Fan fic de "Dando la nota". Parte 2



 ¡Hola de nuevo! Pues vuelvo con el siguiente capítulo de mi fic ^^
 Aquí está el capítulo 1.


La observo irse, de nuevo me ha dejado perpleja. Luego, tras un rato tirada en el césped enredando con mis canciones, miro la hora: son las 18:00. ¡Mierda llego tarde a la emisora!

-¡Ya era hora! –exclama una voz cuando entro –. Upss, pensé que nadie notaría que llegara cinco minutillos tarde.
-Lo siento, es que… no creí que fuese tan tarde.
-No se admiten excusas. A un solo día más que llegues tarde te echo y contrato a alguien que se tome esto más enserio.
-Claro, porque colocar cds repletos de polvo es una cosa súper importante –murmuré muy bajo, pero lo suficiente como para que mi jefe se diese cuenta de que estaba refunfuñando.
-¿Qué has dicho? –preguntó, cruzándose de brazos, con una mirada muy seria.
-Nada. No volverá a ocurrir, lo prometo.
-Más te vale. En fin, ponte a trabajar ya, que Jesse lleva ya desde las seis menos cinco aquí. Ya podías tomar ejemplo de él y llegar antes de lo previsto en vez de después.
-Ya te he dicho que lo siento –me estaba cabreando por dentro, aunque traté de disimularlo, pues lo único que me mantenía cercana a la música, aparte de mi portátil, era aquella emisora.

Mi jefe me dio la espalda y se metió en el estudio para seguir poniendo canciones, que era lo que yo realmente quería hacer. ¡Pedazo de imbécil! –pienso, y cojo una pila de cds de grupos que ni conozco para ponerlos en el estante correspondiente.

-Ya podías tomarme a mí de ejemplo y llegar puntual –dice una voz a mis espaldas.
-¿Pero quién te crees que eres, don perfecto? ¿Tomarte a ti de ejemplo? ¡Por favor! –le dirijo una mirada de desdén. ¡Será chulo el tío!
-Ey, cálmate, estaba de broma, ¿vale? Caray… qué carácter te gastas, tía.
-No me tengo que calmar, ya tengo bastante con uno que me diga lo que tengo que hacer, como para que encima llegues tú y hagas lo mismo –cojo uno cds de vinilo y hago lo mismo que con los demás, buscar la letra por la que empiezan los grupos para ordenarlos.
-Parece que alguien se ha levantado con el pie izquierdo. Dime, ¿por qué estás tan cabreada? Y no me digas que por el jefe, que ya se te veía algo molesta en cuanto has entrado. Seguro que te ha pasado algo chungo antes. ¿Me equivoco?
-¡Vaya! ¿Pero qué tenemos aquí? ¡Es El Mentalista en persona! ¡Uau! –pongo mis manos a los lados de mi cara y pongo una cara de sorpresa forzada.
-Oye, déjalo ya, ¿quieres? Que sólo intento ayudar.
-Pues métete en tus asuntos, yo ya me ayudo sola. Más vale que sigas ordenando las cosas, como yo. ¿Quién es el que tiene que tomar ejemplo ahora? –enarco una ceja.
-No puedo creer que tenga que aguantarte tres horas semanales durante todo el curso –dice Jesse, por fin poniéndose a trabajar.
-Es mutuo entonces.
-Pff… -Jesse pone los ojos en blanco, coge una caja aparentemente llena de discos y se va a otra estantería que queda un poco más lejos de donde yo me encuentro.

Aún falta tanto que poner en orden… menos mal que faltan diez minutos para acabar el turno de hoy. Me acerco a la estantería que tengo más cercana, al ver que hay unos discos que sobresalen, para colocarlos bien. ¡Era broma! La próxima vez te toca a tite toca a ti… a ti –resuena en mi cabeza, cuando de repente oigo algo encima de mí, miro hacia arriba y… ¡Mierda, no! ¡Plaf! Se me cae una caja que había mal puesta en esa estantería y me da en toda la cabeza.

-¡Au! –exclamo, y cojo la caja antes de que caiga al suelo, por lo que evito hacer un estruendo y que venga a echarme la bronca el jefe.
-¡Ja, ja, ja! ¡Eso te pasa por hacerte la listilla! –Jesse se parte de risa al verme con expresión de dolor.
-¡No tiene gracia, duele! –Me paso la mano por la cabeza, creo que me va a salir un chichón–. Al menos salvé la caja y no se ha caído nada –digo, como si eso lo arreglara.
-¿Cómo que no? ¿Y eso brillante que hay ahí abajo?
-¿Qué? ¿Dónde?
-Eso pequeño, el tornillo que te falta en la cabeza.
-Ja, ja, muy gracioso –río sarcásticamente.
-Reconoce que te lo tenías merecido.
-¡No!
-Sí.
-¡No!
-No.
-¡Sí!
¡Ajá! Te he hecho decir que sí. Ja, ja, ja.
-¡Eso no vale! –respondo, enfadada, pero al final me acaba dando la risa a mí también de lo ridículo de la situación.
-Oye, creo que hemos empezado con mal pie. ¿Qué te parece si vamos luego a por un helado o algo a la cafetería? Ya verás que soy más majo de lo que piensas.
-No sé…
-Anda, por faaa –dice él, poniendo un tono de niño pequeño y pestañeando.
-Ja, ja, vaale.
-¡Bien! Seguro que bajo esa fachada de tía borde hay alguien que vale la pena.
-¡Mira eh! ¡Que estoy a tiempo de negarme a ir!
-Me callo.

Salimos a las 19:00 de allí, y vamos a la cafetería, que está bastante llena de gente, pero hay una mesa que da a una de las ventanas, y enseguida cogemos sitio. Yo me pido una tarrina de helado de nata con confeti por encima y sirope de chocolate. Él se compra un bollo relleno de chocolate.

-Mira, ya tenemos algo en común. A los dos nos gusta el chocolate –dice, para romper el hielo.
-Cierto. Aunque creo que es lo único en lo que vamos a coincidir.
-Ya lo veremos.
-Bueno, quizás haya alguna otra cosa que nos guste a los dos –respondo, lanzando una indirecta que no creo que vaya a pillar.
-¿Y qué es?
-No te lo voy a decir –digo, comiéndome una cucharada de mi helado.
-Vale, ya lo averiguaré –dice él, poniendo cara de que le importa poco. Pero yo sé que no es así y está intrigado.

Miro por la ventana, que da al césped y también veo el edificio donde hice la audición.

-¡Holaaa! –aparece de la nada una persona que estampa las manos y acerca mucho la cara al cristal, con una mueca.
-¡Joder! ¿Y ésa loca quién es? –suelta Jesse, al que se le ha caído el bollo de las manos.
-Es… Chloe –hasta yo noto que me sale un tono diferente al decir su nombre. No puedo evitar reírme al ver la cara que ha puesto, y la situación. La gente está pasando por detrás de ella, riéndose, pero ella sigue allí plantada, ante el cristal, y se separa, pero sigue sonriendo y agitando la mano a modo de saludo.
-Hola –saludo yo también de vuelta, sonriendo.

Después veo a la rubia de antes, Aubrey, que la coge del cuello de la camisa llevándosela de allí, y se ha llevado la otra mano  a la cara de la vergüenza que la está haciendo pasar su amiga. Chloe señala a Aubrey sin que ésta se entere, después se señala a sí misma y hace un gesto de cortar el cuello, en plan Me voy, que si no ésta me mata. Me vuelvo a reír y hago un gesto de cabeza para decir adiós.

-¡Ey! ¿Qué pasa aquí? Dice Jesse, con una cara que no supe descifrar.
-¿Qué pasa de qué?
-O sea, estás sentada con el chico más gracioso y guapo de todo el campus y nada más que te veo refunfuñar, y aparece una tía con cara de loca que se estampa contra el cristal y sonríes.
-¿Sonreír? ¡No, qué va! Es que… me ha hecho gracia. ¿Cuándo has visto una situación así antes?
-Bueno, a decir verdad sí que ha sido algo surrealista, pero… bah, en fin. ¿Y son tus amigas la del cristal y la otra rubia con cara de estirada?
-No, las conocí en la audición, ellas eran las jueces. Y a una de ellas en la ducha, pero eso no viene al caso.
-¿Y ahora qué te pasa?
-Nada. ¿Por qué?
-Estás del color de este bote de kétchup –señala el bote que hay en el medio de la mesa, junto a la mostaza y el salero.
-¿Qué? ¡No es verdad!
-Sí lo es –afirma él, impasible.
-Que no.
-Que sí.
-Que no.
-Que no.
-¡Sí lo es! Oh, mierda…
-Ja, ja, has vuelto a caer –se ríe él.
-Te comportas como un crío.
-Y tú como una loca.
-¡De eso nada!
-Tienes razón, para loca la tía de antes. Hay que estar mal de la olla para hacer lo que ha hecho ella.
-¡Oye, con ella no te metas! –suelto, hablando con un tono más alto del que quería.
-Madre mía, cómo te pones. Si ni es tu amiga ni nada, ¿qué más te da?
-Bueno, pero eso no te da derecho a criticarla si ni siquiera la conoces.
-¿Por qué estamos hablando de ella de  repente?
-Porque la has llamado loca tú, para empezar
-Este campus está plagado de locas, empezando por ti. Y yo que pensé que habría chicas majas y tal.
-Y yo pensé que la gente mezquina se quedó en el instituto. Pero aquí estás tú.
-Bueno, vale ya, que yo no he venido aquí a discutir. Quería conocerte mejor, pero no sé si fue buena idea. No he tenido nunca una discusión en la que el 90% del tiempo estuviese discutiendo con la otra persona.
-La culpa la tienes tú, que me haces enfadar.
-Es que eres tan fácil de provocar… -respondió, sonriendo.
-Vete a la mierda, anda.

Jesse le sacó la lengua y ella a él, y volvieron a reírse. Después consiguieron tener una charla normal de todo un poco. Hasta que llegó la hora de irse, y no parecían llevarse tan mal como al principio.
Beca se dirigió a su edificio, para ir a su cuarto y seguir haciendo mixes. Mientras iba andando llevaba los cascos puestos, ajena a todo, cuando se le empezaron a venir pensamientos aleatorios a la mente -me alegro de ser tu antidepresivo… ¿Ya estás sonrojada otra vez?... ¿Es porque estoy yo aquí?- ¡Basta ya! –intento olvidarme de esas frases que agolpan mi mente durante mi camino hacia la residencia.

-¡Siempre a tu bola! –aparece de repente alguien frente a mí, con una amplia sonrisa.
-¡Joder, me has asustado! ¿Siempre tienes que dar sustos a la gente para saludarla?
-Generalmente no, pero hoy me apetecía –dice en tono animado–. ¿Te vas ya a casa?
-Sí. ¿Y tú todavía no?
-Estoy esperando a Aubrey, se ha quedado hablando con unos de otros grupos a cappella que le han preguntado para cuándo saldrán las listas y no sé qué cosas más.
-Ah, vale.
-¿Y cómo se llama? –pregunta.
-¿Cómo se llama quién?
-Ya sabes… tu novio. O rollo, lo que sea.
-¡¿Qué?! ¡No es mi novio ni nada! Es el chico que trabaja conmigo en la emisora –respondo rápidamente.
-Bueno, ya sabes lo que dicen. El roce hace el cariño –guiña un ojo.
-¿Qué? No, te equivocas, entre él y yo no hay nada ni lo va a haber. Ah, pues ya que estamos… ¿quién es el ch..? –Me callo al recordar que aquel día vi a Chloe y al chico besarse y ella me vino a saludar e hice como que no la había visto.
-¿Quién?
-Nada, nada, cosas mías.
-Oh, vale, pues… ¡ah, ahí viene Aubrey! –agita las manos con tanta energía que parece que está indicando a un avión que aterrice allí mismo.
-Hola –dice la rubia cuando viene–.  No sabes lo pesaditos que se ponen los de los grupos, si muchos de los que estaban preguntándome no han pasado la prueba. Son aficionados –dice, en tono altivo. –Mira a quién tenemos aquí. A la chica del bote. La que decía que no sabía cantar.
-Ya, bueno, es que…
-Lo hizo muy bien –dijo Chloe.
-Bueno, no sé si tan bien como para entrar al grupo, pero gracias.
-En fin, tenemos que irnos. Adiós –dice Aubrey.
-Adiós, Beca, nos vemos mañana… por ahí –se despide Chloe–. Intentaré no asustarte si te veo –se ríe.
-Adiós –respondo con un gesto de cabeza, sonriendo un poco.

Nos vemos en el próximo capítulo :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario